lunes, 9 de diciembre de 2013

10 lecciones de Nelson Mandela




Con el mundo entero llorando la pérdida de Nelson Mandela, ahora se vuelve fan de el, pero dentro de todo tiene grandes pensamientos y por sobre grandes hechos. Aquí 10 cosas que podemos aplicar a nuestras vidas.

1. Empatía para conectar
Un verdadero líder no tiene que intimidar, sino que acoger. La verdad es que era bien conocida la capacidad del ex presidente sudafricano de recordar los nombres de todas las personas que conocía y que tenía que conocer (una habilidad también asociada al ex presidente Bill Clinton). Sin duda, siempre es un plus añadido saber hacer sentir importante a la persona que se tiene en frente. Un ejemplo de este saber acoger y conecta se reflejó en 1994, cuando fue elegido presidente de Sudáfrica y reunió a la clase política mundial en los Edificios de la Unión en la capital del país, en el mismo lugar que 84 años había sido la sede del gobierno blanco, que había privado a la población negra de sus derechos.

2. Inmensa paciencia
Mandela supo rebelarse contra la tiranía y soportar los casi 30 años de encierro con paciencia y a su liberación era consciente de que quedaba mucho camino por recorrer para acabar con la división racial. Cinco años después, se convirtió en presidente de todo el país, consiguiendo así su objetivo de unir al país.

3. Capacidad para perdonar
Cuando salió elegido presidente de la nación, fue sabio al saber perdonar a aquellos que le habían encerrado. Se rodeó, sin resentimiento alguno y con máximo respeto, de colaboradores que habían trabajado con el anterior gobierno. Ese respeto, que se manifestaba de forma natural, tuvo como resultado una fidelidad absoluta de todos aquellos que trabajaron a su lado.

4. Mandato con caducidad
Nada más salir elegido presidente, le puso fecha al momento de su salida. Un mandato de cinco años y nada más. Un líder tiene que saber cuándo irse, seguramente para poder hacerlo por la puerta grande. Esta decisión supone un ejercicio absoluto de las fortalezas y de las debilidades de cada uno. Sabía que no era imprescindible y era conocedor de sus limitaciones. Cuando finalizara su primer mandato, en 1999, ya tendría 81 años y sus capacidades ya no serían óptimas para desempeñar el cargo.

5. Aprender de los errores
Es bien conocido que la vida de Nelson Mandela estuvo plagada de fracasos y errores, sobre todo a nivel personal, pero supo aprender de ellos en vez de hacer que se volviesen en su contra. Supo afrontar los errores con transparencia e hizo aflorar su integridad, coraje, además del encanto, el poder de persuasión y su cautivadora sonrisa.

6. Cautela y generosidad
Fue siempre cauteloso y respetuoso con los afrikáner, los seguidores del gobierno anterior. Siempre tuvo cuidado con los cambios, sobre todo en lo que respecta a la modificación de símbolos, monumentos y nombres de calles del anterior régimen de apartheid. No quiso a pesar de todo lo que le había ocurrido, humillar a sus compatriotas blancos.

7. Un gran visionario
Como bien refleja la película Invictus de Clint Eastwood, supo aprovechar un momento clave en su mandato para unir a negros y blancos del país: el campeonato del mundo de rugby, el deporte de los blancos, en el verano de 1995, celebrada en el Johanesburgo Ellis Park. Mandela fue un visionario, ya que fue consciente del potencial unificador y patriótico que genera el deporte. Decidió organizar el campeonato para que los seguidores afrikáners del rugby lo fueran también del nuevo gobierno. Y consiguió que los negros, que rechazaban el rugby por ser el deporte de los enemigos, apoyaran al equipo nacional, los Springboks.

8. Seductor nato
Todos los que le conocían caían rendidos ante sus encantos. Es algo habitual entre los grandes líderes. Hasta la reina de Inglaterra le permitía que le llamara Elizabeth. Es más, ningún encargado de protocolo se atrevió nunca a reprenderle la familiaridad con la que trataba a la más soberana de todos los monarcas. Nunca nadie pensaba que fuera una falta de respeto. Mandela sabía tratar a todo el mundo, al margen del estatus social que tuvieran.

9. Habilidad para negociar
El deseo de alcanzar acuerdos que satisfagan a todas las partes tiene que ser innato de un líder. Siempre hay que tener muy presente que para que todos salgan ganando, todos tienen que ceder. Además, el líder tiene que saber trabajar en equipo, y nunca querer todo el protagonismo. Como llegó a escribir el ex presidente, “tengo tantos fallos como el que más. Se agradecen los cumplidos, siempre que no se presente al presidente como un superhombre…”.

10. Ejemplo y constancia
Quienes le conocieron decía que no tenía dobleces; se presentaba como un hombre íntegro que tenía los objetivos claros. Uno de los periodistas que más tiempo pasó con él, John Carlin, corresponsal de The Independent en Sudáfica, cuenta que sacaba tiempo para asistir a la fiesta de cumpleaños de un viejo camarada en un momento en el que sus obligaciones en la presidencia acaparaban todos los minutos del día, o era capaz de viajar al otro lado del país para visitar a un antiguo carcelero cuyo hijo acababa de fallecer. Un empresario irlandés, Tony O’Reilly, lo definió así, “tenía la nobleza verdadera de la naturalidad y no era consecuencia de un esfuerzo mental consciente. Mandela es un líder natural”.


Pensa, planea y hacelo realidad. 

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